Hace un tiempo escuché el podcast de la American Psychological Association “Speaking of Psychology” en el que dos profesores de psicología referentes en esta materia, la Dra. Lisa Orbé-Austing y el Dr. Kevin Cokley, hablaban sobre este famoso “síndrome” o fenómeno del impostor.
Hoy me gustaría destacar algunos puntos de esta entrevista:
- Casi el 75% de las personas, viven a lo largo de su vida y de su carrera profesional, este fenómeno del impostor.
- Es importante abandonar el término “síndrome” y utilizar el de fenómeno, pues la palabra síndrome incentiva la patologización y medicalización de una etapa vital, totalmente normal, que no implica ninguna sintomatología psicológica o médica.
- Las investigaciones originales respecto a este fenómeno, se realizaron con mujeres exitosas que tenían este tipo de sentimientos, por lo que se asoció como un fenómeno propio del género fememino.
No obstante, las investigaciones actuales indican que no hay un sesgo de género en el padecimiento de estos sentimientos, hombres y mujeres lo viven por igual. Pero en lo que sí hay una diferencia es en el grado de afectación, siendo las mujeres quienes tienen mayores repercusiones.
- Otras características socio-culturales tales como la raza o la pertenencia a grupos minoritarios, aumentan la probabilidad de vivir estos sentimientos de impostor
¿Cómo se manifiesta y de dónde viene?
Algunas formas en las que se muestra este fenómeno del impostor, es en la falta de acción para dejar trabajos en los que no estamos a gusto, no pedir un aumento o sufrir por hacerlo, no apostar por un ascenso, e incluso, cargarnos con más trabajo del que debemos.
Los datos indican que las personas que pasan por este fenómeno, desarrollan conductas de polos opuestos:
- Por un lado, en contraposición a su auto-percepción, pueden tener indicadores de productividad, consecución de logros y preparación, que están incluso, por encima de la media.
- O por el contrario, este fenómeno también puede derivar en improductividad y paralización, a causa de la creencia de vulnerabilidad ante la exposición de algo que no es perfecto.
Factores internos como una baja autoestima, un perfeccionismo mal adaptado, la excesiva autocrítica, la comparación, el poner las necesidades de otros por encima de las propias y un excesivo deseo de gustar; derivan en este fenómeno caracterizado por un autosabotaje que da pié a las creencias y sentimientos de no merecimiento, fraude, incompetencia y falta de valor.
Los factores externos que lo germinan, derivan de experiencias de la infancia, entornos sociales y patrones familiares, en los que hay una alta competitividad, excesivas críticas, roles rígidos y unas altas expectativas, que no permiten ni la exploración, ni el error.
¿Cómo podemos abordarlo?
El primer paso es siempre hacer consciencia de lo que está sucediendo y ponerle un extra de compasión, comprensión y aceptación (¡stop autoexigencia y machaque!).
También es vital entender que no es algo que se superará de un día para otro, pues lo más seguro, es que se trate de una tendencia personal se ha cultivado por mucho tiempo.
Aún así, se ha demostrado que el trabajo de reconocimiento de logros, es clave. Y esto es así, ya que suele haber una minimización y desconsideración de los logros y habilidades personales.
Es necesario, también, hacer frente a los pensamientos automáticos de desvalorización, unido a un trabajo profundo de reconciliación emocional, validación de nuestro niñx interior y alivio de heridas emocionales.
Por último, puesto que suele haber una tendencia a poner los deseos y necesidades de los demás, por encima de los propios, el trabajo de cuidar de unx mismx, crear rutinas, tener espacios de auto-cuidado, comunicar los deseos y necesidades, y aprender a pedir ayuda, es una parte importante para la superación de estos sentimientos.
— Si este es tu caso, y necesitas ayuda, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Será un placer ayudarte.